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Nuevo avance abre la puerta a frenar el Alzheimer

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Robinson Lalos
Editor Senior
Nuevo avance abre la puerta a frenar el Alzheimer

Un descubrimiento revoluciona la lucha contra el Alzheimer: nuevas vías para tratamientos más efectivos

Comparación entre un cerebro sano y uno con Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer representa uno de los mayores desafíos sanitarios de nuestro tiempo. Con más de 57 millones de personas afectadas en todo el mundo y una proyección que alcanza los 139 millones para 2050, según la Organización Mundial de la Salud, esta neurodegeneración no solo devastadora para quienes la padecen, sino también para sus familias y para los sistemas de salud globales. Y es que, seamos sinceros, hasta ahora los tratamientos disponibles apenas han logrado paliar los síntomas sin frenar el avance implacable de la enfermedad.

Un rayo de esperanza en la investigación

Pero ahora, un equipo de investigadores del instituto IBIMA Plataforma BIONAND ha hecho un descubrimiento que podría cambiar por completo el panorama. Su investigación, publicada en la prestigiosa revista Aging Cell, revela diferencias fundamentales en cómo las proteínas que causan el Alzheimer se propagan y afectan al cerebro, dependiendo de si provienen de cerebros humanos o de modelos de ratón. Y créanme, esto es mucho más importante de lo que parece a simple vista.

Durante décadas, la comunidad científica ha basado gran parte de su investigación en modelos animales, especialmente ratones, para entender y tratar el Alzheimer. Sin embargo, este hallazgo inesperado sugiere que podríamos haber estado subestimando la complejidad de la enfermedad. Las proteínas de origen humano, esas "semillas" patógenas que desencadenan el proceso neurodegenerativo, provocan daños significativamente más severos que sus contrapartes murinas. Esto no solo explica por qué tantos tratamientos que funcionaban en ratones han fracasado estrepitosamente en humanos, sino que abre un camino completamente nuevo hacia terapias más efectivas.

En este artículo, vamos a profundizar en este fascinante descubrimiento, explorar sus implicaciones para el futuro del tratamiento del Alzheimer y entender por qué podría representar un punto de inflexión en la lucha contra una enfermedad que, hasta ahora, parecía imparable. Porque si algo nos ha enseñado la ciencia, es que a veces los avances más importantes provienen de donde menos los esperamos.

El descubrimiento: Proteínas humanas vs. proteínas de ratón

Mecanismo de propagación de proteínas en el Alzheimer

El equipo de investigación, liderado por el grupo 'Neuropatología de la Enfermedad de Alzheimer' (NEUROAD) de IBIMA que dirige Antonia Gutiérrez Pérez, diseñó un experimento audaz y, hasta cierto punto, inédito. Extrajeron tejido cerebral de pacientes fallecidos con Alzheimer y lo inocularon en áreas clave del cerebro de ratones vivos. Al mismo tiempo, realizaron el mismo procedimiento con extractos de cerebro de ratones modelo de la enfermedad modificados genéticamente. El objetivo era simple pero brillante: determinar si las "semillas" humanas o murinas eran más propensas a convertir proteínas sanas en sus copias patológicas.

Resultados sorprendentes

Los resultados, por decirlo suavemente, fueron contundentes. Los extractos de cerebro humano con Alzheimer inoculados en los cerebros de ratones demostraron una capacidad notablemente más agresiva en comparación con los que recibieron extractos de ratón. Esta mayor potencia de las semillas humanas fue confirmada al calcular la actividad de agregación de muestras, observándose mayor actividad en las muestras humanas. "Nuestros datos indican que las semillas de Alzheimer de origen humano poseen propiedades diferentes, lo que facilita la formación de agregados amiloides de manera más eficiente que las de ratón", explican los investigadores.

Pero, ¿qué significa exactamente esto? Pues bien, en términos sencillos, significa que las proteínas responsables del Alzheimer en humanos son "más efectivas" a la hora de propagar la enfermedad que las versiones estudiadas en ratones. Esto podría explicar por qué tantos tratamientos que parecían prometedores en modelos animales han fracasado cuando se aplicaron en pacientes humanos. Simplemente, estábamos probando los tratamientos contra una versión "atenuada" de la enfermedad.

David Baglietto, investigador principal del estudio, lo resume perfectamente: "Comprender las particularidades de las semillas patogénicas acerca a tratamientos más precisos y adaptados a cada variante de Alzheimer". Y es que, como veremos más adelante, esta enfermedad no es una entidad única y homogénea, sino que presenta diferentes variantes que podrían requerir abordajes terapéuticos distintos.

"Este hallazgo inesperado abre nuevas vías para comprender la complejidad del Alzheimer y, potencialmente, desarrollar tratamientos más efectivos". - Junta de Andalucía

Entendiendo el Alzheimer: Mecanismos clave

Formación de placas amiloides en el Alzheimer

Para apreciar plenamente la importancia de este descubrimiento, es necesario entender brevemente qué ocurre en el cerebro de una persona con Alzheimer. Esta enfermedad neurodegenerativa se caracteriza por la acumulación de dos tipos de proteínas mal plegadas que, al desplegarse de manera anómala, actúan como "semillas" que capturan a sus versiones sanas y las convierten en copias patológicas. Este proceso de propagación explica la expansión de las lesiones a distintas regiones del cerebro, aunque hasta ahora no se entendía completamente el motivo por el que las semillas humanas y las de otros mamíferos se comportan de manera distinta.

Placas amiloides y ovillos neurofibrilares

Las dos características patológicas principales del Alzheimer son las placas amiloides y los ovillos neurofibrilares. Las placas amiloides se forman a partir de la acumulación extracelular de la proteína beta-amiloide, especialmente en su forma 42, que se considera particularmente tóxica. Estas placas se depositan entre las neuronas e interfieren con la comunicación celular.

La hipótesis de la cascada de amiloide

Durante décadas, la "hipótesis de la cascada de amiloide" ha dominado la investigación del Alzheimer. Esta teoría sostiene que la acumulación de beta-amiloide es el evento inicial que desencadena toda una cascada de eventos patológicos, incluyendo la formación de ovillos neurofibrilares, la neuroinflamación y, finalmente, la muerte neuronal. Sin embargo, el fracaso de numerosos tratamientos dirigidos contra la beta-amiloide ha llevado a muchos científicos a cuestionar si esta hipótesis es suficiente para explicar toda la complejidad de la enfermedad.

Por otro lado, los ovillos neurofibrilares son acumulaciones intracelulares de una proteína llamada tau que se junta dentro de las neuronas. En condiciones normales, la tau se une y estabiliza los microtúbulos, estructuras que ayudan a guiar nutrientes y moléculas desde el cuerpo celular hasta las dendritas y axones. Sin embargo, en el Alzheimer, cambios químicos anormales hacen que la tau se desprenda de los microtúbulos y se adhiera a otras moléculas de tau, formando hilos que con el tiempo se agrupan para formar ovillos dentro de las neuronas. Estos ovillos bloquean el sistema de transporte de la neurona, lo que daña la comunicación sináptica entre neuronas.

Comparación entre una neurona sana y una afectada por Alzheimer

Lo que es particularmente interesante es que, como ha demostrado el estudio del IBIMA, estas proteínas no se comportan igual en humanos que en modelos animales. Las "semillas" humanas tienen una capacidad mucho mayor para propagar la patología, lo que sugiere que los mecanismos moleculares subyacentes podrían ser más complejos de lo que pensábamos.

Y es aquí donde entra en juego otro actor crucial en esta historia: la neuroinflamación. Durante mucho tiempo considerada una simple respuesta secundaria a la acumulación de proteínas patológicas, cada vez hay más evidencias que sugieren que la neuroinflamación es en realidad un factor causal importante en el desarrollo del Alzheimer. Y el principal protagonista de esta neuroinflamación es la microglía.

El papel de la microglía: Un objetivo terapéutico

Micrografía electrónica mostrando la microglía alrededor de placas amiloides

La microglía son las células inmunitarias residentes del cerebro, actuando como la primera línea de defensa del sistema nervioso central. Estas células, que constituyen aproximadamente el 10% de todas las células del cerebro, son fundamentales para mantener la homeostasis cerebral, eliminando células dañadas, agentes patógenos y desechos celulares. En condiciones normales, la microglía está en un estado de vigilancia constante, con sus prolongaciones monitoreando continuamente el microambiente cerebral.

Doble papel de la microglía en el Alzheimer

En las etapas tempranas del Alzheimer, la microglía intenta proteger al cerebro, fagocitando (literalmente "comiendo") las proteínas beta-amiloide y tratando de contener el daño. Sin embargo, a medida que la enfermedad progresa, la microglía se vuelve disfuncional. En lugar de proteger, empieza a liberar sustancias proinflamatorias que contribuyen a la neurodegeneración. Es como si los bomberos, en su intento por apagar el fuego, terminaran por propagarlo aún más.

El estudio del IBIMA ha revelado algo fascinante: la microglía responde de manera diferente a las "semillas" humanas que a las de ratón. Cuando los investigadores analizaron la respuesta inflamatoria en los cerebros de los ratones inoculados, descubrieron que la microglía reaccionaba de forma mucho más intensa ante las proteínas humanas. Esta respuesta exacerbada podría ser tanto una causa como una consecuencia del mayor daño provocado por las "semillas" humanas.

Y aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes desde una perspectiva terapéutica. El estudio sitúa a la microglía como un objetivo terapéutico clave. Potenciar la función de estas células podría ralentizar la progresión de la enfermedad y mejorar la respuesta a los tratamientos. Además, la detección precoz de biomarcadores relacionados con la activación microglial, incluso antes de la formación de placas, abre la puerta a intervenciones más tempranas.

Representación del papel de la microglía en el Alzheimer

"Este trabajo sitúa, entre otras lecciones clave, la microglía como objetivo terapéutico, dado que potenciar la función de estas células podría ralentizar la progresión de la enfermedad", explican los investigadores. Y es que, al fin y al cabo, si logramos "reeducar" a la microglía para que mantenga su función protectora en lugar de volverse dañina, podríamos tener una herramienta poderosa para combatir el Alzheimer.

"La microglía work to reestablish efficiency and stop further degeneration in the early stages of AD but mainly fail in the illness's later phases". - Stefania Merighi, investigadora de la Universidad de Ferrara

Implicaciones del descubrimiento: Hacia tratamientos personalizados

Interacción entre neuronas y microglía en enfermedades neurodegenerativas

Entonces, ¿qué significa todo esto para el futuro del tratamiento del Alzheimer? Pues bien, las implicaciones son enormes y podrían marcar el comienzo de una nueva era en la lucha contra esta devastadora enfermedad. En primer lugar, este descubrimiento sugiere que necesitamos replantear completamente cómo probamos los tratamientos potenciales. Si las "semillas" humanas son significativamente diferentes de las de ratón, entonces necesitamos desarrollar mejores modelos experimentales que reflejen con mayor precisión lo que realmente ocurre en los pacientes humanos.

El siguiente paso: Modificar o neutralizar las "semillas"

Según los investigadores, el siguiente paso será explorar cómo modificar o neutralizar estas semillas mediante anticuerpos o pequeños compuestos. Esto podría llevar al desarrollo de tratamientos más específicos que se dirijan directamente a las características únicas de las proteínas humanas, en lugar de basarse en lo que observamos en modelos animales. Y es que, como hemos visto, las "semillas" humanas tienen propiedades distintas que las hacen más agresivas y, por tanto, requieren un enfoque terapéutico diferente.

En segundo lugar, este descubrimiento abre la puerta a tratamientos más personalizados. El Alzheimer no es una enfermedad única, sino que presenta diferentes variantes que podrían responder de manera distinta a los tratamientos. Comprender las particularidades de las "semillas" patógenicas en cada paciente podría permitir desarrollar terapias adaptadas a cada variante de la enfermedad, aumentando significativamente las posibilidades de éxito.

Además, el papel de la microglía como objetivo terapéutico cobra una nueva relevancia. En lugar de centrarse exclusivamente en eliminar las placas amiloides o los ovillos neurofibrilares, los futuros tratamientos podrían dirigirse a modular la respuesta de la microglía, potenciando su función protectora y reduciendo su contribución a la neuroinflamación dañina. Esto podría ser particularmente importante en las etapas tempranas de la enfermedad, cuando la microglía todavía tiene capacidad para contener el daño.

La importancia de la detección temprana

Otra implicación crucial de este descubrimiento es la importancia de la detección temprana. Si podemos identificar biomarcadores relacionados con la activación microglial o la presencia de "semillas" patógenas antes de que aparezcan los síntomas clínicos, podríamos intervenir mucho antes en el proceso de la enfermedad. Esto podría cambiar radicalmente el pronóstico de los pacientes, permitiendo tratamientos preventivos o al menos intervenciones en fases mucho más tempranas, cuando el daño neuronal aún es limitado.

Finalmente, este descubrimiento también tiene implicaciones para la investigación de otras enfermedades neurodegenerativas. Aunque el Alzheimer ha sido el foco de este estudio, es posible que mecanismos similares estén en juego en condiciones como el Parkinson o la esclerosis lateral amiotrófica. Comprender cómo las proteínas patógenas humanas se diferencian de las de modelos animales podría abrir nuevas vías de investigación en todo el campo de las neurociencias.

Conclusión: Un rayo de esperanza en la lucha contra el Alzheimer

Interacción entre células gliales y neuronas en diferentes estados

El descubrimiento realizado por los investigadores del IBIMA representa, sin duda, un avance significativo en nuestra comprensión del Alzheimer. Al demostrar que las proteínas de origen humano que causan la enfermedad provocan daños más severos que las de ratón, no solo explican por qué tantos tratamientos han fracasado en el pasado, sino que abren un camino completamente nuevo hacia terapias más efectivas.

Más allá de la hipótesis de la amiloide

Este hallazgo también nos obliga a mirar más allá de la hipótesis de la cascada de amiloide que ha dominado la investigación del Alzheimer durante décadas. Si bien la acumulación de beta-amiloide es sin duda un factor importante en la enfermedad, este descubrimiento sugiere que la historia es mucho más compleja. Las diferencias entre las proteínas humanas y las de ratón, la respuesta de la microglía y la neuroinflamación son elementos que deben integrarse en un modelo más completo de la enfermedad.

Como bien dice el refrán, "no podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos". Quizás sea hora de adoptar un enfoque más holístico que considere no solo las proteínas patológicas, sino también la respuesta del sistema inmunitario cerebral y otros factores que contribuyen a la neurodegeneración.

Pero, ¿qué significa esto para las personas que viven con Alzheimer hoy? ¿Y para sus familias? Es importante ser realistas: este descubrimiento no se traducirá inmediatamente en tratamientos disponibles. La investigación básica necesita tiempo para desarrollarse en aplicaciones clínicas. Sin embargo, representa un cambio fundamental en nuestra comprensión de la enfermedad y, por lo tanto, en nuestra capacidad para combatirla a largo plazo.

Además, este descubrimiento nos recuerda la importancia de la ciencia básica, esa investigación que no siempre busca una aplicación inmediata pero que sienta las bases para futuros avances. En un mundo que a menudo valora solo los resultados inmediatos y los "éxitos comerciales", es fundamental recordar que los grandes avances médicos suelen ser el resultado de años de investigación básica, aparentemente abstracta.

"La investigación es ver lo que todo el mundo ha visto, y pensar lo que nadie ha pensado". - Albert Szent-Györgyi, descubridor de la vitamina C

El Alzheimer es una enfermedad compleja y desafiante, pero descubrimientos como este nos dan razones para ser optimistas. Cada vez entendemos mejor los mecanismos subyacentes de la enfermedad, y cada nuevo conocimiento nos acerca un poco más a tratamientos más efectivos. Quizás no estremos muy lejos de ese momento en que podamos no solo tratar los síntomas, sino realmente detener o incluso revertir el curso de la enfermedad.

Mientras tanto, es fundamental seguir apoyando la investigación científica, concienciando sobre la importancia de esta enfermedad y luchando por un mundo en el que el Alzheimer deje de ser una sentencia. Porque, al fin y al cabo, detrás de cada estadística, cada proteína y cada descubrimiento científico, hay personas reales: personas que pierden sus recuerdos, sus identidades, sus vidas; y familias que luchan por acompañarlas en ese doloroso camino.

Un llamado a la acción

Este descubrimiento es un recordatorio de que la ciencia avanza, pero necesita nuestro apoyo. Ya sea participando en ensayos clínicos, donando a organizaciones de investigación, o simplemente educándonos y educando a otros sobre el Alzheimer, todos podemos contribuir a la lucha contra esta enfermedad. Porque si algo nos ha enseñado la historia de la medicina, es que los grandes avances son el resultado del esfuerzo colectivo de científicos, pacientes, familias y sociedad en general.

En conclusión, el descubrimiento del IBIMA representa un paso adelante significativo en nuestra comprensión del Alzheimer. Al revelar las diferencias entre las proteínas humanas y las de ratón, no solo explica fracasos pasados, sino que abre nuevas vías para tratamientos más efectivos. Aunque el camino hacia una cura para el Alzheimer aún es largo, cada descubrimiento como este nos acerca un poco más a ese objetivo. Y en esa lucha, cada pequeño avance cuenta, cada nuevo conocimiento es una victoria, y cada rayo de esperanza es un tesoro que debemos atesorar.

Publicado el 2/9/2025

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