La Película que Revolucionó el Cine y Cambió Nuestra Percepción del Océano

La Película que Revolucionó el Cine y Cambió Nuestra Percepción del Océano

Hace 50 años, el 20 de junio de 1975, se estrenaba en los cines de Estados Unidos una película que cambiaría para siempre la industria del entretenimiento. Tiburón, dirigida por un joven Steven Spielberg de entonces 28 años, no solo se convertiría en el primer blockbuster de la historia, sino que marcaría un antes y un después en la forma de hacer y consumir cine.

Tiburón mecánico utilizado en el rodaje de la película de Steven Spielberg

Tres meses antes de su estreno, durante el primer preestreno con público, Spielberg ya intuyó el éxito que tendría su película. Mientras aguardaba las reacciones junto a la puerta del cine, en la escena donde el tiburón mata a un niño que nada en una colchoneta, un espectador salió corriendo y vomitó en el vestíbulo, pero volvió a entrar para ver la película acabar. Esta intensa reacción era solo un anticipo del fenómeno que estaba por venir.

Un proyecto dudoso

Spielberg tuvo reparos en aceptar el proyecto, preocupado por un posible encasillamiento. Tras dirigir El diablo sobre ruedas, no quería ser conocido como «el director de películas de camiones o tiburones». Además, no le gustaba la primera versión del guion porque carecía de personajes simpáticos, llegando incluso a declarar que se identificaba con el escualo.

Lo que comenzó como una adaptación de la novela de Peter Benchley se convirtió en un esfuerzo colectivo que trascendió la visión de un solo autor. Como apuntaba el guionista William Goldman: «Peter Benchley lee un artículo en un periódico sobre un pescador que ha pescado un tiburón de dos mil kilos y piensa: ¿y si el tiburón se hace el amo y no quiere irse? Escribe una novela, Zanuck y Brown compran los derechos, y Benchley y Carl Gottlieb escriben el guion, y Bill Butler filma la fotografía, y Joseph Alver Jr. hace los decorados, y Verna Fields la monta, y, quizá lo más importante, Bob Mattey vuelve de su retiro para construir el monstruo. Y John Williams compone quizá su mejor banda sonora. ¿Cómo podríamos decir que Steven Spielberg es el ‘autor’ de la película?».

Una producción problemática: El «Vietnam» de Spielberg

La producción de Tiburón se convirtió en un auténtico infierno para Spielberg y su equipo. El director pensaba que manejaba material de derribo y llegó a considerar autolesionarse para abandonar el proyecto antes de filmarlo. Los tres millones y medio de dólares de presupuesto inicial pronto se antojaron insuficientes: nunca se había filmado en alta mar y uno de los tres tiburones mecánicos (apodados Bruce, como el abogado de Spielberg) se hundió en las aguas de Martha’s Vineyard.

Cartel español de Tiburón, Steven Spielberg y portada de la novela original

Spielberg insistió en rodar en mar abierto, en la tranquila isla de Martha’s Vineyard, Massachusetts, en lugar de controlar los elementos construyendo un gran estanque como decorado, como querían los productores. Esta búsqueda del realismo desembocó en un trauma mundial: aunque los ataques de tiburones son una rareza estadística, avistar cualquier forma parecida a una aleta nunca volvió a ser lo mismo.

De 55 a 159 días de rodaje

De los 55 días previstos inicialmente, el rodaje se alargó hasta los 159 días y, en consonancia, el presupuesto también se multiplicó por tres, alcanzando los 10 millones de dólares. Los continuos retrasos y parones parecían invocar al desastre, pero finalmente jugaron a favor: el director y sus tres protagonistas aprovechaban las horas muertas para ensayar y se convirtieron «en una pequeña compañía de repertorio».

«Las tomas del tiburón les parecían tan falsas que decidieron eliminarlo del montaje hasta el tercer acto: lo que parece una decisión narrativa magistral, que carga de peso a los personajes por encima de la acción, se hizo por el temor al ridículo.»

Durante el rodaje, el autor de la novela, Peter Benchley, atacó en Los Angeles Times a Spielberg declarando que «se alfabetizó viendo películas de serie B» y «no sabía nada de la vida». Pero el joven director sabía de cine. El cámara, Michael Chapman (director de fotografía más tarde de Taxi Driver o Toro Salvaje), afirmaba que solo verle preparar una escena fue un enorme aprendizaje y la película sigue siendo una lección narrativa.

En una estrategia que ha repetido en numerosas ocasiones en su carrera, Spielberg quería actores no demasiado conocidos para que el espectador se identificara rápido con ellos y no se viera confundido por el aura de estrella. Universal llegó a proponer a Charles Heston para el papel de lobo de mar que interpretó finalmente Robert Shaw, junto a Roy Scheider como el jefe de policía Brody y Richard Dreyfuss como el oceanógrafo Matt Hooper.

El impacto en la industria del cine

La campaña publicitaria de Tiburón rompió moldes al apostar fuertemente por la televisión, un medio que apenas empezaba a ser utilizado como promoción cinematográfica. El anuncio calificaba la película como PG (parental guidance suggested), es decir, se recomendaba a los padres «orientar» a los hijos por el posible contenido inadecuado. Técnicamente era para todos los públicos, aunque el anuncio añadía: «quizá sea demasiado intensa para niños pequeños», un gigante eufemismo para una película en la que muere un niño, hay amputaciones varias y una decapitación.

Cartel de la película Tiburón con el tiburón aproximándose a una persona en el agua

Pero Spielberg hizo algo más que conectar con el público. Tiburón se convirtió en la película más taquillera de la historia en EE.UU. con 129 millones de dólares (cuatro fueron para su director, que afianzó para siempre su poder en la industria), trono que guardaría dos años hasta la llegada de La guerra de las galaxias. Este éxito masivo demostró a los estudios de Hollywood el potencial de las películas destinadas a un amplio público, lanzando el concepto de «blockbuster» de verano.

«Vamos a necesitar cines más grandes»

El éxito de Tiburón fue tan abrumador que obligó a los cines a adaptarse. Por primera vez, las salas de cine tuvieron que ampliar su aforo y programar más funciones diarias para atender la demanda masiva. Spielberg bromeaba diciendo «vamos a necesitar cines más grandes», pero se estaba convirtiendo en el arquitecto de una nueva era cinematográfica.

El documental anterior explora en profundidad cómo Tiburón cambió la industria del cine y por qué su influencia perdura cinco décadas después de su estreno. Desde la creación del género de verano hasta la transformación de las estrategias de marketing, el impacto de la película de Spielberg sigue siendo relevante en el cine contemporáneo.

El legado cultural

Más allá de sus récords de taquilla y su impacto en la industria, Tiburón dejó una huella imborrable en la cultura popular. La icónica banda sonora de John Williams, con sus dos notas simples que anuncian la llegada del depredador, se convirtió en una de las más reconocibles de la historia del cine. Frases como «Vamos a necesitar un bote más grande» o «Sonrie, hijo de p…» forman parte del imaginario colectivo.

El efecto «Tiburón»

La película generó una fobia colectiva a los tiburones que perdura hasta hoy. Tras el estreno, la pesca deportiva de tiburones aumentó dramáticamente, y la percepción pública sobre estos animales se distorsionó irremediablemente. Peter Benchley, autor de la novela original, pasó gran parte de su vida posterior intentando reparar este daño, convirtiéndose en un activista por la conservación de los tiburones.

Tiburón también estableció el modelo que seguirían innumerables películas de acción y suspense: la combinación de personajes carismáticos, un antagonigo poderoso, momentos de tensión creciente y un clímax espectacular. Esta fórmula ha sido imitada, parodiada y reinventada countless veces, pero pocas obras han logrado igualar el equilibrio perfecto entre desarrollo de personajes y acción pura que alcanzó la película de Spielberg.

«Lo que parece una decisión narrativa magistral, que carga de peso a los personajes por encima de la acción, se hizo por el temor al ridículo. El tiburón mecánico apenas funcionaba, así que Spielberg decidió no mostrarlo hasta el final, creando así una tensión insoportable que definió el thriller moderno.»

A 50 años de su estreno, Tiburón sigue siendo estudiada en escuelas de cine de todo el mundo como un ejemplo magistral de dirección, montaje y construcción de suspense. Su influencia se extiende desde películas de terror como Alien hasta épicos de aventuras como Jurassic Park (también dirigida por Spielberg), demostrando que los principios narrativos establecidos en 1975 siguen siendo tan relevantes hoy como entonces.

Conclusión: Medio siglo de influencia cinematográfica

Cinco décadas después de su estreno, Tiburón sigue siendo mucho más que una simple película de terror. Es un hito cultural que redefinió la industria del cine, estableció el modelo del blockbuster moderno y cambió para siempre nuestra relación con el océano. Lo que comenzó como un proyecto problemático, lleno de retrasos y dificultades técnicas, se convirtió en una obra maestra que trasciende el tiempo y sigue cautivando a nuevas generaciones.

El triunfo de la creatividad sobre la adversidad

La historia de Tiburón es, en última instancia, un testimonio del poder de la creatividad y la perseverancia. Los problemas técnicos con el tiburón mecánico, que amenazaron con arruinar la producción, terminaron por convertirse en la mayor fortaleza de la película al obligar a Spielberg a confiar en el suspense psicológico más que en los efectos especiales. Una lección que sigue siendo relevante en una industria cada vez más dependiente de la tecnología.

Hoy, cuando celebramos el 50 aniversario de Tiburón, podemos apreciar no solo su valor como obra de entretenimiento, sino también su importancia histórica. La película que nació de las dificultades y la incertidumbre se convirtió en el estándar de oro del cine comercial y demostró que, incluso en las circunstancias más adversas, el talento y la visión pueden crear algo verdaderamente inmortal.

Como dijo el propio Spielberg años después: «Hice Tiburón cuando tenía 27 años, y me enseñó que la mejor manera de hacer cine es enfrentarse a tus miedos, tanto dentro como fuera del agua». Medio siglo después, esas palabras resuenan con más fuerza que nunca, recordándonos que las grandes obras de arte nacen a menudo de los mayores desafíos.

Publicado el 8/9/2025

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